martes, 3 de marzo de 2009

Lenin en el Corte Inglés

A Antonio Ferres, elegido de Dios y de Marx.

Con sus ojos azules, con su pertinaz obsesión por los fusilamientos de la posguerra, con tres amigos, Lenin mira la plaza con ojos misteriosamente melancólicos. ¡Que pensará este hombre memorable!
En la mesa del Café Inglés, un reducto muy agradable que tiene este magno centro comercial –alivio de los menesterosos- están: un amigo que se ha reencontrado con él después de años de angustia psicosomática y fervorosa dedicación al fracaso, un matrimonio compuesto por una mujer muy guapa, pintora y desafortunadamente sensible al arte (desafortunadamente porque la creación es sufrimiento) ; y por último, su marido, un señor muy sonriente, agradable, con el único defecto de ser demasiado equilibrado.
Hablan: Lenin alude a de los fusilamientos y de la poesía, pero calla el recuerdo de una miliciana bellísima que conoció en el Callejón del Gato, cuando a Madrid lo bombardeaban y a la que amó con clandestina pasión.
Vienen a su memoria –que es el universo todo- recuerdos vagos, vaporosos: la madre, su viaje por las Hurdes, las fogosidades de Arizona, las soledades de United States, donde anduvo explicando en las Universidades quien era Machado.
La mañana es alegre. El Corte Inglés ofrece glamour, esperanzas de vestimentas burguesas, perfumes, bollería fina, excelentes gulas del norte en el supermercado (donde Lenin tiene varias amigas que cobran al cliente en sus angostas cajas).
La mañana es alegre porque Lenin está ahí, con sus ojos azules, haciendo bromas a los camareros. Es asombrosamente bueno.
Profesa el jainismo: no puede matar ni a un insecto y va con una escoba por Raimundo Fernández Villaverde apartando bichito al que pueda pisar.
¡Caballero de fina estampa! Que canta María Dolores.
Cráneo privilegiado, que diría Valle Inclán.
Alma doliente y dolida, fervorosa y fatal.
Todo el dolor de España está debajo de sus palabras.
Sus amigos le miran.
Ahora habla de su piedad por los animales: como los torturan en los mataderos; como humillan al toro sagrado en la plaza de toros, eso que llaman “la fiesta” y que es martirio repugnante.
Y de su gato, recogido en la calle: como lo ama, como lo cuida.
Sus tres amigos deciden que si algún día caen la mendicidad –maravillosa solidaridad para con los desheredados- habrán de tener al lado a un animal: ¡Mesías de los deplorables homínidos irredentos!

1 comentario:

  1. UN CUENTO MUY SUGERENTE, MUY INTENSO, CON MUCHA FUERZA, CON MUCHO ESTILO
    TIENE CALIDAD POÉTICA, RITMO, ACERCAMIENTO, CONDENSACION
    ES UNA ALEGRIA LEERLO
    ME ALEGRO DE CONOCER AL AUTOR
    LO DICE OTRO AUTOR, QUE NO ES EL HOMBRE SENSUAL MEDIO, PORQUE ES EL HOMBRE SENSUAL EXTRA-ORDINARIO, PORQUE ESTÁ FUERA DE TODO ORDEN, PORQUE SABE QUE EN LO SUBLIME HAY SENSUALIDAD Y LA SENSUALIDAD PROFUNDA ES SUBLIME

    ANTONIO COSTA GOMEZ, AUTOR DE "LAS FUENTES DEL DELIRIO"

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